
sábado, 27 de febrero de 2010
En Bio Bío

Clarita cruzaba día a día el puente viejo
y el lunes iniciaba su primera escolaridad
en Bio Bío,
pero el grito geológico quebró el puente,
incendió las fábricas,
volteó edificios.
(Los animales y las aguilas
escaparon el día anterior).
El asombro de Clarita nació
antes de su primer dia de clase
y tomada de la mano de su padre
no pudo cruzar más el hidalgo puente,
descubrió rostros de desolación,
impotencia,
en cada papá de Bio Bío.
Demasiado apurado
escuchó al gobierno decretar zona de catástrofe
y no la pequeñez de los hombres,
no
no los respetos a la Pachamama.
Clarita poco antes de iniciar sus clases
vio la alteración de los viejos dioses,
con sus puentes vencidos,
sus olas gigantes,
sus carreteras partidas,
fiel Temuco,
duro puerto Patache,
musical Curicó.
vieja cultura Mapuche,
soberbio Santiago.
No se postergó la precariedad,
el Congreso de la Lengua se postergó,
no se suspendió la copa Davis en Coquimbo,
la escuela de Clarita sí suspendió las clases
y no podrá saber lo que ya sabe,
su papá espera réplicas
y ayuda
en Bio Bío.
jueves, 25 de febrero de 2010
Antípoda
miércoles, 24 de febrero de 2010
¡ Hay hay Haití !

Invitado: LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA
Presidente de BrasilEl mundo necesita a Haití
Un gran desafío nos llevó a Haití en 2004. Brasil -con el mandato de la ONU y con el acuerdo del Gobierno local- fue a contribuir al establecimiento de la seguridad y la estabilidad en ese país. Fue a sembrar la semilla de una paz duradera. La Minustah procuró forjar un nuevo paradigma para las misiones de paz: sólo habrá seguridad con desarrollo y justicia social.
Ahora la solidaridad con el país también pasa por comprar sus productos y por invertir en su suelo
El terremoto del pasado enero representó un golpe durísimo: 220.000 personas perdieron la vida; gran parte de la infraestructura física de Puerto Príncipe quedó destruida. Una nación que vivía en condiciones precarias ahora se enfrenta al desafío de la supervivencia.
Visitaré Haití mañana jueves. Mi presencia en Puerto Príncipe expresa la solidaridad brasileña con ese sufrido pueblo hermano. Brasil comparte el dolor de aquellos que perdieron familiares y posesiones. Reafirmaré el compromiso brasileño de colaborar para volver a erigir un país que daba muestras de querer retomar la senda del desarrollo, la estabilidad política y la participación democrática.
Atrás había quedado la violencia endémica de Cité Soleil. Las industrias volvían a producir, avanzaban los proyectos de recuperación de la agricultura, las escuelas estaban llenas de jóvenes soñadores. El terremoto en nada quebrantó nuestra confianza en ese futuro de esperanza. Estamos llevando universitarios haitianos para que completen sus estudios en Brasil y participen en la reconstrucción nacional.
Brasil y la Minustah van a perseverar, pues sabemos que los haitianos no desistirán. Es lo que nos garantizan las incontables demostraciones de heroísmo y solidaridad que siguieron al terremoto. Nos motiva la voluntad indomable de vivir de aquellos que sobrevivieron días y hasta semanas bajo los escombros. Nunca dejaron de creer en el rescate, y tampoco perdieron las esperanzas.
Con igual sentido de urgencia y dedicación, aviones de la Fuerza Aérea Brasileña están transportando diariamente asistencia humanitaria. Navíos brasileños zarparon inmediatamente con médicos, civiles voluntarios y dos helicópteros, además de toneladas de alimentos, medicamentos y agua. Envié a tres de mis ministros para supervisar esas acciones.
La cantidad total de recursos financieros destinados por Brasil a la ayuda de emergencia a Haití alcanzó los 375 millones de reales adicionales (210 millones de dólares). También estamos multiplicando nuestra presencia en el país: 1.300 soldados más serán enviados para reforzar la Minustah. Éste es un esfuerzo nacional. La sociedad civil y las empresas brasileñas también están implicadas. Se inspiran en el ejemplo de la fundadora de la Pastoral del Niño, la doctora Zilda Arns, y de los brasileños y extranjeros que sacrificaron su vida en Haití, dejando un ejemplo de amor y dedicación.
En la Conferencia para la Reconstrucción de Haití, en marzo, tenemos la oportunidad de movilizar internacionalmente una solidaridad renovada. Brasil ha redoblado su coordinación con la comunidad global para conseguir que la ayuda llegue rápidamente a los más necesitados.
Pasada la actual emergencia, Haití continuará enfrentándose al desafío de generar una capacidad productiva que sustente el desarrollo del país. Para que Haití encuentre nuevas vocaciones económicas, debemos evitar la proliferación de proyectos estancos e inconexos que dividan el país. Necesitamos respuestas de largo plazo que le permitan aplicar de modo soberano programas de efectivo interés nacional. Por eso, Brasil efectuó un estudio de la viabilidad de una hidroeléctrica que suministrará agua y energía para la reconstrucción de Haití y está dispuesto a participar de la financiación de la obra. Con el mismo propósito, una reunión de emergencia de la Unión Suramericana de Naciones, celebrada en Quito con la participación del presidente René Préval, se decantó por la intensificación de la solidaridad con Haití.
Invitamos a los principales socios comerciales de Haití a favorecer exportaciones de manufacturas haitianas. Apelamos a los empresarios e inversores a retomar sus planes de inversión en el país.
Estoy convencido, no obstante, de que la comunidad internacional también necesita a Haití. Nuestro planeta vive una crisis sin precedentes. Estamos ante el imperativo de encontrar soluciones verdaderamente globales para amenazas comunes. El mundo ansía, por tanto, el ejemplo de personas -como los haitianos-, con ganas de vivir y capacidad de hacer frente a las adversidades.
Un dicho popular haitiano capta muy bien ese espíritu: "La victoria pertenece al pueblo que hace milagros, no a aquellos que esperan que los milagros sucedan".
Necesitamos que Haití vuelva a ser la nación que motivó a generaciones y que produjo héroes, como el líder de la independencia, Toussaint L'Ouverture, quien ha inspirado a pueblos de todo el mundo. Haití se está levantando en defensa de su destino. Su pueblo y su Gobierno ya han dado muestras de que no se dejarán doblegar por la impotencia y por el fatalismo. La comunidad internacional tiene la oportunidad y el deber de ayudar a que ese milagro se haga realidad. Es bueno resaltar lo siguiente: el pueblo haitiano sigue reconociendo a sus líderes legítimamente elegidos como los verdaderos conductores de la reconstrucción del país.
Luiz Inácio Lula da Silva es presidente de Brasil.
domingo, 21 de febrero de 2010
¡ Hay de tí !
AFP PHOTO/ Roberto SCHMIDT
Campamento de refugiados en Haití, un mes después del terremoto que dejó a más de 1 millón de personas sin hogar.
Virginia Perrone
Mi querida y deconstructora Virginia,
la de los copiosos esplendores,
devuelvo pudoroso el percutir de tus labios,
de tus cortedades sinfónicas.
Devuelvo con muy poco tu apasionado despojamiento,
sólo abreviatura mía
aquella mulatera manía
de no florecer en letras
sin vagar por tu verbo.
Por qué no ser así, leve,
y pintarse azules los huecos
y lloverse en las tardes.
domingo, 14 de febrero de 2010
Altruismo
Invitado: Juan Gelman
¿Quién dijo que el Fondo Monetario Internacional no es altruista? Pues no: acaba de dar una muestra cabal de su generosidad, enviando a Haití “una ayuda de urgencia” de 114 millones de dólares. Como sucede algunas veces, conviene examinar el contenido de la palabra “ayuda”.
Se trata de un préstamo que el FMI ha decidido empezar a cobrar dentro de cinco años sin que se acumulen intereses durante dicho período. Esto ya es magnanimidad. El señor Dominique StraussKahn, director general y presidente del consejo de la institución, señaló que de ese modo participa en el esfuerzo de reconstrucción del país asolado (www.imf.org). Agregó que “ayudará a las autoridades (haitianas) a preparar y llevar a cabo un plan de reconstrucción y de recuperación económica a mediano plazo”. Cejas de muchos países se fruncieron: es el anuncio de un “plan de reforma estructural”, según la terminología en curso, que los castiga todavía.
El Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (Cadtm) calificó de escandalosa “esta nueva maniobra del FMI tendiente a relegitimar su acción en Haití” (www.cadtm.org). Subrayó “la responsabilidad abrumadora” del Fondo, el Banco Mundial y otros organismos financieros en la violación de los derechos humanos, la liquidación de la autosuficiencia alimentaria del pueblo haitiano y el endeudamiento aplastante y progresivo del país. Esto último empezó hace mucho.
Haití nació endeudado: para reconocer la independencia lograda en 1804, Francia obligó al país recién nacido a pagar 90 millones de francos oro como indemnización por la pérdida de sus esclavos. El pago de esta deuda le llevó a Haití más de un siglo: empezó en 1825 y terminó en 1947. En el interín, EE.UU. lo ocupó militarmente (1910-1934) y saqueó el tesoro nacional. Los dictadores que apoyó después –François Duvalier y su hijo Jean-Claude, alias Bébé Doc– obtuvieron del Banco Mundial, el FMI y el BID un préstamo tras otro que emplearon sobre todo en financiar escuadrones de la muerte, los tonton macoute primero, los Leopardos después.
La conjunción militar-político-económica de EE.UU. y las instituciones financieras ejecutaron políticas nefastas para el pueblo haitiano. Por ejemplo, le cambiaron la alimentación, como señala el Cadtm. El dumping de productos estadounidenses subvencionados arrasó prácticamente con la producción local: “Víctima de esta competencia desleal, Haití se ha convertido en una cloaca de productos agrícolas, avícolas y piscícolas de baja calidad de EE.UU.”, observa el escritor Camille Loty Malebranche (www.michelcollon.info:80).
Lo sucedido con el ganado porcino local es paradigmático.
Haití contaba con 1.300.000 cabezas de cerdo negro, una variedad local vigorosa que se alimentaba de desechos y gusanos. Se alimentaba: aprovechando un brote de fiebre porcina que estalló en la República Dominicana en 1978, EE.UU. blandió el fantasma de una amenaza inminente de contagio y logró, vía el BID, que el Bebé Doc liquidara todo ese ganado. Miles de familias se quedaron sin un recurso fácil de mantener. Se beneficiaron las empresas estadounidenses que vendieron cerdos demandantes de dieta y cuidados especiales. No fue el único golpe propinado a la producción agrícola haitiana: el FMI y el BID lograron que Bébé redujera del 30 al 10 por ciento los aranceles impuestos a la importación de arroz. El subsidiado de EE.UU. inundó la plaza provocando la migración a Puerto Príncipe de numerosos campesinos. En 1970 el país era autosuficiente en la materia.
El presidente Jean-Baptiste Aristide fue nuevamente derrocado el 29 de febrero del 2004 por no cumplir la imposición del FMI de privatizar bancos, la empresa cementera y la telefónica. El método fue simple: el FMI y el Banco Mundial instauraron un bloqueo de la “ayuda” que estaba en perfecta consonancia con el deseo del gobierno de W. Bush. Recuerda el Cadtm que el economista Jeffrey Sachs, ex asesor de los dos organismos, manifestó al respecto: “Los dirigentes estadounidenses estaban perfectamente conscientes de que el embargo de la ayuda provocaría una crisis de la balanza de pagos, el incremento abrupto de la inflación y el derrumbe del nivel de vida, lo que a su vez azuzaría la rebelión (contra Aristide)”. Un grupo paramilitar invadió Haití y se conoce el resto: prácticamente raptado por fuerzas estadounidenses, Aristide fue sacado de Haití y sólo fue repuesto a condición de cumplir el “plan de reforma estructural” del FMI, siempre espléndido, siempre generoso.
"El sueño de la razón crea monstruos" Goya

El cementerio de Puerto Príncipe
ya no alcanza y los muertos escapan
por los pliegues del olvido
y quieren volver… no sabemos…
quieren volver.
El cementerio de Puerto Príncipe
es un lugar silencioso
donde apenas hay visitantes
y el mundo de los difuntos
ya es estrecho
El cementerio de Puerto Príncipe
tiene callejuelas apretadas
donde se tropieza a cada paso
codo a codo
con los dolores de siempre
El cementerio de Puerto Príncipe
es el único cementerio… no hay otro
y las mujeres dejan en las tumbas
botellas de cerveza
que gustan a sus finados
En el cementerio de Puerto Príncipe
nadie limpia los sepulcros
nadie cambia sus flores
nadie llora sus desgracias
nadie huele la brisa de muerte
En el cementerio de Puerto Príncipe
los gallos ya no cacarean
los gatos escapan de sus rincones
los gusanos se sorprenden
los colibríes murmuran
En el cementerio de Puerto Príncipe
el enterrador tiene la cara huesuda
arrastra una pala oxidada
y se detiene cansado en cada fosa común
pero ya no duerme ahí
En el cementerio de Puerto Príncipe
la gente deja a sus muertos
en la entrada
y día a día se acumulan montañas de féretros
sin nombre… uniformes
En el cementerio de Puerto Príncipe
la gente que llega con sus difuntos
está sudorosa y hambrienta
y se recuerdan entre ellos
que algún día serán difuntos
En el cementerio de Puerto Príncipe
no existen duelos, todo esta apretado
no existen lápidas, todo es frágil
nada es definitivo, todo es eterno
como un sueño
En el cementerio de Puerto Príncipe
el sismo no destruyó su construcción
y hay 200.000 cajones esperando
su turno desencajado
en una fila de muerte abandonada
En el cementerio de Puerto Príncipe
no hay lápidas que recuerden
y sí nichos sin identidad
no hay quien lleve las cuentas
sí una sola visitante que cubre su nariz
con un pañuelo
En el cementerio de Puerto Príncipe
el enterrador está muy flaco y ojeroso
y tenía 8 hijos y una mujer
que cenaban todas las noches con maíz
ahora la venas de sus brazos son ramas.
En el cementerio de Puerto Príncipe
la visitante que tiene una túnica blanca
se lanzó al suelo polvoriento
y en su trance de gritos desesperados
las últimas palomas huyeron
En el cementerio de Puerto Príncipe
hay una cita de Víctor Hugo
que menciona la eternidad
mientras el sello de origen francés
se mantenga en las retinas
El cementerio de Puerto Príncipe
es vigilado desde lejos por tropas yanquis
que aseguran que la sobrepoblación
es sospechosa de un sueño
y los finados quieren escapar
cada uno con su botella de cerveza
.
( El presente poema es traslación inspirada en la información enviada por Ramón Lobo desde Haití )
Gracias Ramón.
jueves, 11 de febrero de 2010
¡ Hay tí tu morgue !
Nadie tiene tiempo de sobra estos días en Haití para limpiar las tumbas o cambiar las flores de plástico
Invitado: RAMÓN LOBO | Puerto Príncipe
A diferencia de lo sucedido en el mundo de los vivos, en el que la corrupción, la avidez de lucro fácil y los materiales defectuosos derribaron edificios como castillos de naipes, en el mundo de los difuntos las estructuras funerarias que compiten en altura y adornos entre ellas aguantaron bastante mejor el terremoto.
Haití
Este cementerio de callejuelas y estrecheces que lo convierten en un laberinto es un lugar silencioso, vacío, sin apenas visitantes.
Nadie tiene tiempo de sobra estos días en Haití para limpiar las tumbas, dejar botellas de cerveza, la bebida favorita de los espíritus, o cambiar las flores de plástico de sitio.
Se escucha el canto triste de algunos gallos que después del seísmo perdieron la hora y la brújula. El que está más cerca más que cacarear, murmura.
Un hombre arrastra una pala. Se trata de uno de los enterradores. Es muy flaco. Tiene la cara huesuda. Unos cortes cicatrizados de cuchillo atraviesan su pecho. Se llama Joseph Witzgler, cumplió los 43 años y acumula ya siete hijos de la misma mujer. Aunque su casa no se ha derrumbado, no es segura. "Tiene muchas grietas y no nos atrevemos a dormir dentro. Han sido días de mucho trabajo, de enterrar a más de cien personas cada día. El 13 de enero abrimos una gran fosa común y por la noche la tuvimos que cerrar porque estaba llena. La gente traía sus muertos en féretros y los dejaba en el cementerio, cerca de las tumbas de sus familiares. Si no estábamos cansados y teníamos tiempo los enterrábamos".
Cerca de la puerta, una mujer vestida con un traje blanco grita y se lanza al suelo. Está muy sudorosa. No se sabe si ha entrado en trance o es que no puede con el dolor de las ausencias que soporta. A la entrada del cementerio hay una cita de Víctor Hugo relacionada con la eternidad y para que el sello del origen francés del país se mantenga en la retina del visitante, la primera tumba de la izquierda contiene los restos de una familia llamada M. A. Voltaire. A la salida, otra cita, ésta de despedida reza: "Kounye a panse ak pwop tét pan" (ahora pasando de ti mismo). Así se le recuerda al visitante que un día, quiera o no, tarde o temprano, también él será difunto como todos los que deja atrás.
El cementerio de Puerto Príncipe se podrá hermanar con otros célebres, como el de Poticari en Srebrenica. En él, miles de las tumbas tienen la misma fecha: julio de 1995. Aquí, en Puerto Príncipe, empiezan a hacerse su hueco los muertos recientes del terremoto. Hay tumbas y nichos a los que no dio tiempo ponerles un nombre. Quizá porque nadie lo sabe. Sólo aparece grabada la fecha con un punzón: 12-01-10 y un cierre provisional de cemento fresco. Nada de lápidas. Es un duelo que se aplaza. Nada es definitivo en Haití, todo parece frágil y provisional.
Joseph Witzgler afirma que el Gobierno contabiliza los muertos y aunque se quemaron cadáveres en la calle y otros se enterraron en fosas comunes improvisadas afuera de los camposantos, hay quien lleva la cuenta y que ésta supera en mucho los 200.000.
No son todos aún, pues aún quedan restos descompuestos y aplastados debajo de escombros en Puerto Príncipe. La gente del lugar sabe de qué ruinas salen esas pestes a muerte abandonada. Al pasar por ellas se cubre la nariz con un pañuelo o una mascarilla y camina gacha, mitad respeto, mitad miedo.
Sólo cuando se recorre en coche o a pie el centro de Puerto Príncipe se comprende la magnitud humana de la tragedia. El terremoto destruyó una ciudad que nunca estuvo construida del todo. Lanzó más miseria sobre años de mucha miseria.
Por eso lo más urgente ahora son los vivos que se sienten solos y luchan cada día por no pasar al mundo de los muertos.
sábado, 6 de febrero de 2010
¡ Hay tí desnudo !
Un joven camina desnudo por las calles de Puerto Príncipe
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PLAZA CEÑIDA
La desnudez de tu fondo
incompleto tu país de verbos
y el mito
de dar vueltas
esperar
vueltas
esperar
vueltas
y terminar en el mismo cimiento
cordón de lo bíblico
de lo innombrable
omiso
sin que lo otro
abjure
de sus dichos
hechos
vueltas
hechos
insonoros.
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Autor: Juan Disante
miércoles, 3 de febrero de 2010
Tupá
“Rara vez pienso sólo con palabras”.
Albert Einstein
Los mitos y leyendas originarios nos hablan con mucha mayor claridad que la razón de los hombres.
Saga es
Tupá, también conocido por Oreyerá o Ñamandurueté, es hacedor del bien, siendo el espíritu supremo del trueno, porque éste es Arasunú, en el cual Ara es el cielo, el alto firmamento por excelencia, y Sunú la onomatopeya del terrible retumbo del trueno. Osunú es el trueno bueno, pero la sabiduría guaraní entendía que todo ente tiene su contrario-asociado. Las dos mitades “necesarias”. ¡Que extrañamente zen y dialéctico! El concepto de nuestros primeros dioses apoyaban su pluma en una realidad divergente y, a la vez, concordante; en donde se necesitaban de las dos fuerzas para acrecentar la propia identidad: lo malo y lo bueno.
Entonces, de modo análogo y por oposición, existía Añá el dios del mal –asociado al mismo diablo– que se dedicaba a confrontar con su enemigo Tupá y a hacerle la vida imposible, queriendo imponer las calamidades. Por eso el bueno de Tupá, apoyado en las fuerzas naturales, salía a pelear contra la lógica de la linealidad y la villanía de Mandinga.
Entre los primitivos tupíes y los botocudos, el relámpago Ara-Berá o Tupá Berá, era el Dios Tupí que se confundía con el cielo infinito y, usando el lenguaje de su brillo eléctrico, enseñaba a los humanos que debían cuidar la tierra como a sus propias vidas y les recomendaba no alterar la armonía vegetal, animal y mineral que los dioses habían otorgado en préstamo a los habitantes. El equilibrio natural era la mayor herencia a respetar y la depredación era sancionada con la respuesta de las fuerzas naturales. Además, debían de hacer oídos sordos a los ofrecimientos desleales de Añá, la deidad que sólo les ofrecería ignominia y “macanas”.
De todos los dioses americanos Tupá fue el que reinó sobre los territorios más vastos. Su imperio se extendía desde lo que hoy es la península de Florida, abarcando todo el litoral del Atlántico hasta el Río de
Ninguna divinidad europea ni asiática ejerció un poderío más extenso que Tupá, pero los viejos sabios de las tribus habían escrito para las futuras generaciones que cuando llegara el santo sacerdote blanco desde muy lejos –y que haría alianza con Añá- comenzaría el crepúsculo del afable dios guaraní.
Y la profecía se cumplió: de más allá del océano vinieron los nuevos ocupantes y el dios del trueno fue vencido en muchas batallas por el soberbio Añangá Memby, la nueva personificación del desastre.
Curiosamente, los primeros jesuitas, que intentaron dirigir el culto a Tupá (porque significaba el Principio del Bien), se encontraron a lo largo de sus catequesis, que no sólo significaba una superstición literaria del mito de Jaraparí, sino que el poder de las fuerzas naturales del bien estaba convocado, en cada cita, por singulares ritos y danzas que los originarios pobladores ejercían en los momentos de crisis.
Los evangelizadores ya en Europa tampoco habían dado crédito a la existencia de Júpiter Tonante, el arremolinador de nubes de
¡Qué error!
Hoy, siglo XXI, la más avanzada ciencia ha descubierto el papel fundamental que cumplen los relámpagos en el medio ambiente planetario. A su parecer, los huracanes son impulsados por la tala de bosques y actúan normando el eco sistema. Mientras que los rayos trabajan en forma directa sobre la ionización del magma, creando de esa manera nueva vida –llamada plasmacélulas- en su titánica y eterna lucha contra la devastación perseguida por el diabólico Añá.
Ese malmandado de Añá, que a veces gana batallas y a veces las pierde.
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( “… pero, Tupá supo internarse en ese futuro amenazante, y entonces esparció sobre el caribe generosas semillas de Tabanuco, varios huevos de Iguanas verdes de papada hinchada y una ignota a-materia mineral que, un próximo premio Nobel, anunciará como pilares en la lucha contra el calentamiento global… y rayos, muchos rayos” ).
Autor: Juan Disante