8 hs: Vi una mujer que barría la vereda y al mismo tiempo no paraba de enjugarse las lágrimas. ---“¿La ayudo? --- No. “No es un dolor, es una desazón”.
8,09: Un vecino que tira a la basura el contenido en vez de la bolsa de residuos. La bolsa se la lleva a la boca, la infla y con las dos manos la explota. Se muere de risa.
8,12: Alguien que camina en puntas de pie haciendo mucho ruido: “Me sentí bien, después de haber tomado conciencia de lo ridículo de mis acciones. El ruido es para distraer”.
8,16: Pasar frente a la ventana oscura, detrás de la cual ha vivido un amigo desaparecido. Y no saber qué hacer.
8,20: Al pasar frente a mi primera escuelita, sentir de pronto mi propia prehistoria. Sentir que el niño que fui antes, me llama para una nueva feliz travesura.
8,27: Voy por el barrio con un pañuelo, con un libro, con un peine y con un barbijo. Voy rozando un cerco, los paredones antiguos, una gallina que cacarea espantada, las ventanas desencajadas que se abren como un templo. Una voz que me dice que camine hasta encontrarme con mí mismo.
8,32: El barrio más olvidado me pareció más transitable que esa autopista de árboles inexistentes y el pezuñoso espolón de la cabina de pago.
8,45: Mirar las flores lilas del jacarandá y la idea repentina de que un año más tarde podría no haber nada más para descubrir.
8,49: Una mujer, sentada en el empedrado de la calzada, se saca sus zapatos y en cuanto me ve se los vuelve a poner rápidamente. Cuando paso a su lado noto que me mira con fastidio.
8,59: Escucho desde una ventana: “Ya nadie escribe cartas, ya casi nadie llama por teléfono; como si todo se hubiera perdido en el desenlace de ésta peste”.
9,06: Hacer una cosa tras otra, lo más concienzudamente posible: oler el aroma de los libros nuevos, donar un pan, escribir en una pared “Sin poesía no hay ciudad”.
9,15: Dejé que pasara uno de los vecinos por la calle sin prestarle atención: “a ese ya lo saludé ayer”. A las 9,30 hs. Me arrepentí. Por primera vez en mucho tiempo volví a morderme la lengua.
9,35: Réplica: Miré a un cartonero a la cara y me di cuenta de que él me estaba mirando, lo saludé por primera vez con reverencias, me saludo muy respetuosamente y a partir de ahora podremos saludarnos siempre.
9,41: Mañana profunda. Estoy caminando sin hacer otra cosa que pensar en canosos personajes del pasado. Todas las relaciones de mi vida se me aparecen presentes y tengo que estar abierto de una manera nueva, pero llegando a vivir fuera de la conciencia de ellos, en forma crítica... y amorosa.
9,52; Algunos pájaros chirrían fuerte y aletean invisibles entre las hojas de los tilos; producen sonidos de pelea, inconexos, pero ninguno se echa a volar. Sólo extraño los gritos de las gallinas y cerdos, los pavos y burros, los teros y sapos. Niñez de alambre de púa. Infancia de potro.
10,01: Le dije a uno que me pidió por teléfono que lo ayudara a encontrar a su hija : “déjeme pensarlo un par de días”. Después que corté, no pensé ni un segundo más en eso. Tiempo después, me acordé y le devolví un llamado. Me contestó un niño que estaba solo y llorando. Me dije apenado, "acá empieza una historia tardía... muy tardía"
0,12: Pasa un patrullero con policías. Pienso: ¿Por qué no me reprimen ahora mismo en vez de esperar a tener un motivo? Recordé los policías que impiden el paso a los manifestantes, pero sólo miran fijamente hacia adelante como si nada pasara.
10,16: Escucho desde una ventana. “Poné música, ¿por qué tiene que haber noticias malas todos los días?”.
10,23: En la placita una mujer se inclina sobre un niño como si quisiera hacerle respiración boca a boca.
10,30: Esos buenos tiempos de antes, cuando siempre me olvidaba de dar cuerda al reloj.
Me vuelve siempre el recuerdo, la nostalgia. En el futuro sólo hay incertidumbres.
10,39. Una mujer viene en mi dirección. Antes que se le vea la cara, sus pendientes comienzan a reflejar fuertemente la luz del sol. No me hace acordar a nada, tal vez a una cacatúa. Ella anda con una piel artificial que la brisa levanta de una manera extraña. Me pregunta: “Señor, ¿Conoce usted un restaurant llamado Tiempos Modernos? Le dije: “Mire, con esos tiempos estoy trasnochado. Pero mire, qué bendición, poder mirar una pintada ética en los muros. Fíjese esa pintada en la pared que dice “Somos instantes”. Me respondió seria: “¿Qué se habrán creído?”.
10,50: La psicoanalista estaba sentada, sonreía y asentía cada cosa que yo decía. En medio de la sesión, apareció una cucaracha recorriendo el lugar. Ella pegó un grito y se agarró la cabeza horrorizada. Yo me levanté y la maté con una pisada. Después seguimos hablando como si tal cosa sobre mis neurosis y traumas.
11,20: Cuando entramos en Tiempos Modernos, la mujer se sentó y ni por un momento pensé que ella podía estar para mí. Cuando le pregunté: “¿tiene novio?, ella me contestó: “no quiero saber nada con usted, es mejor que pierda la memoria”.
11, 35: La intuición de tener que volverme un idiota para poder sentir de nuevo las alegrías de la niñez. Asesinado por la realidad ortodoxa, implacablemente virósica.
11,49: Empezó a limpiarse las uñas con nerviosismo, aunque las tenía muy limpias. Me pareció que lo estaba haciendo para que nadie la molestara. Abrió la cartera, se le cayó algo y de distintas mesas se acercaron hombres presurosos que se disputaban para recogerle sus cosas. Todo muy rápido. En un momento dijo: “Me gustaría hacer algo que no sé qué es”. Y sin embargo toda la estructura tambaleaba.
12,10: Una mujer, que en presencia de un hombre desea estar con otro con el que acaba de pelearse. Pero el que está presente es el que la ha provocado, despertado, causado ese deseo.
12,23: Mientras hablábamos ella hacia dibujos en el mantel. El gusto a café rebajado en la boca me recordó un amor frustrado en la lejanía. Estoy contento de no sentir compasión por lo que dice. De esta manera ella conserva su dignidad. Siento paralizada una parte de mi cuerpo.
12,38: Esta mujer junto a mí, que me observa, que me interpela. La belleza que el mundo tiene hoy no se puede soportar solo, tampoco de a dos, quizá de a tres. Pero, ¿Y el aislamiento?
12,49: Es curioso cuántos negocios de comida han cerrado en el barrio estos años. En los mismos lugares han aparecido nuevos dueños insistiendo con mesas en la calle, pero con los mismos menús y con los mismos parroquianos hambrientos de las mismas cosas de siempre. Con los mismos chismes.
13,06: En mis historias quise hacer que los personajes, cada tanto, fueran al mar, hablen de las olas, pero nunca sucedió. Hay días en que uno se muerde los labios y le falta el aire de la marea.
13,12: De vuelta en la calle, ¡Qué satisfacción poder mirar una pintada en un muro que dice: “¡Nadie puede hacer que te sientas inferior sin tu consentimiento!”.
13,30: A esta hora, bajo el fuerte sol penetrante, la gente camina a lo lejos entre los troncos de los árboles, tomándose dos metros de prudente distancia y sobre la pista de baldosas impecables, cada uno desanda como buscando su nuevo, incierto destino.
14,07: Un amigo me dijo: "Son seres vivos, muy inteligentes. Vienen con objetivos alienígenas. No les gusta lo que hemos hecho. No sé si esto terminará mejor o peor. Pero sé que están puliendo".
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